Victoria cómoda para el Athletic tras la derrota del sábado ante el Newcastle. Esta vez el triunfo fue holgado contra el Mirandés en Anduva (0-3) gracias a los goles de Nolaskoain en la primera parte y de Villalibre por partida doble en la segunda. El equipo afronta ahora la última semana de pretemporada que culminará con los partidos ante la Real Sociedad el viernes en la final de la Euskal Herria Txapela en Lasesarre (Barakaldo) y el amistoso ante el Deportivo Alavés en Lezama del sábado por la mañana. Valverde apostó este domingo por un ‘once’ muy diferente al del sábado: Padilla, Petxarroman, Vivian, Dani García, Villalibre, Capa, Guruzeta, Paredes, Nolaskoain, Morcillo y Luis Bilbao.
Comenzó el partido con unas gradas de Anduva muy coloridas por la abundante presencia de athleticzales. El dominio en la primera parte fue para el cuadro de Ernesto Valverde. Sin pasar ningún apuro en su línea defensiva, el control de la pelota fue rojiblanco y se jugaron prácticamente todos los minutos en el campo del Mirandés. Los leones cobraron varios saques de esquina consecutivos con un incisivo Morcillo por el lado derecho del ataque y un Luis Bilbao que, con la pelota en los pies, generaba siempre peligro y dudas en la defensa local. En uno de los saques de esquina, después de un par de ocasiones de Guruzeta, llegó el gol de Nolaskoain. Un cabezazo incontestable que puso el 0-1 justo antes del descanso.
Para la segunda parte, Valverde cambió a los extremos. Dio entrada a Nico Serrano y a Malcom Adu Ares. Después entraron Iñigo Lekue y Oier Zarraga. El encuentro continuaba por los mismos derroteros. Los leones monopolizaban la posesión y suyas eran las mejores ocasiones. Villalibre tuvo un mano a mano nada más empezar que cayó del lado del portero, pero a la segunda ocasión no perdonó. En una jugada por la derecha de Adu, el balón le llegó a Capa y este asistió para el gol del delantero de Gernika. Quedaba la traca final. Primero, un gran disparo desde fuera del área de Zarraga que atacó sobre el bote el guardameta local y, luego, el último tanto. Un zurdazo inapelable de Villalibre, al primer toque, rozando el primer palo y por la escuadra.