Ni la tormenta pudo con la pasión de los seguidores de La Oreja de Van Gogh. El público desbordó Abandoibarra, que se quedó muy pequeño para acoger la actuación de la banda guipuzcoana. Pues bien, ni la lluvia ni el sonido respetaron a uno de los grupos más emblemáticos del pop español. Cayó un diluvio universal al poco de empezar la actuación. Unos cuantos optaron por marcharse, pero la mayoría permaneció al pie del cañón para disfrutar de clásicos como ‘Rosas’, ‘La playa’ o ‘Cometas por el cielo’. La verdad es que tampoco acompañó la acústica. «¡No se oye!», coreaban desde el fondo. La voz de la cantante Leire Martínez estaba nivelada demasiado bajo (casi no se le oía) y los graves retumbaban en exceso, lo que desdibujaba la parte instrumental.
En Bilbao la lluvia solo fue un inconveniente. Se puso a llover y nadie dejó el concierto. Al revés: vuestra respuesta a la tormenta fue cantar aún más fuerte que ella. Noche épica para el recuerdo. Mila esker, benetan. pic.twitter.com/K2AGL6GlNj
— La Oreja de Van Gogh (@laorejadevgogh) August 25, 2022
Cabe decir que resulta incómodo acudir a la vera del Guggenheim en conciertos tan masificados. La sensación es de encajonamiento, incluso puede llegar a ser agobiante. Resulta muy difícil moverse, sobre todo por los lados empinados. Buena parte del público tuvo que contentarse con escuchar el concierto desde el parque. Era misión casi imposible entrar en la explanada. La lluvia no solo hizo sacar los paraguas y chubasqueros, también dio un respiro al ahuyentar a algunos de los fans y generar más espacio en Abandoibarra. La banda apreció el esfuerzo de los que se quedaron pese a las inclemencias meteorológicas: «Ya sabemos porque lo llaman el Gran Bilbao», agradeció Leire. No fue su noche, pero sus temazos resonaron a pleno pulmón.